Cuanto amor encierra una madre,
cuanta paciencia sostiene sobre si,
mucha dulzura esboza al hablar
y cuantas escuchas sus oídos oirán.
Camina como hormiga todo el día,
pareciendo no hacer nada en su lento caminar.
Al pasar las horas comprendo
que mucho tiene que trabajar.
Madre,
tus mimos son bálsamo para el alma
tus momentos de charla
y con mates cebados a tiempo
animan mi largo estar.
Cuando en casa tu no estás
falta algo que entibie el lugar,
es que tu sola presencia
llena mi vida
y gran placer me produce verte
pues tu perfume siento al pasar
inundando de aroma el lugar.
Madre, discutimos a veces
pero, después, todo pasa,
por eso madre mía quisiera
que nunca te vayas.

Silvia Susana Vergani