Un buen modo de determinar cuánto nos interesa una persona es establecer en qué posición dentro de la lista de prioridades se encuentran su felicidad y bienestar. Esto puede parecer mecánico y arbitrario, pero es un indicador simple y confiable para medir nuestro amor.
Todos tenemos prioridades personales, ya sea en forma consciente o no, cuando llega el momento de distribuir nuestro tiempo y elegir distintos eventos sociales. Por ejemplo, ¿Cuántas veces colocamos nuestras necesidades y deseos por encima de los de las personas que amamos? ¿Es más importante el deseo de nuestro amado de asistir a una cena una determinada noche que perdernos un partido de fútbol, un recital o una salida con nuestros amigos? ¿Dejamos a las personas que amamos esperando pues consideramos que nuestro tiempo es mucho más valioso que el de ellas? En pocas palabras, ¿estamos dispuestos a posponer nuestros deseos para reordenar las prioridades en beneficio de la felicidad de los demás?
Esto no significa que debemos reajustar permanentemente nuestras vidas por el bien de los demás. Por el contrario, sugiere que podemos juzgar nuestras relaciones amorosas al observar honestamente las prioridades de nuestro comportamiento.

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Amar es hacer que nuestra felicidad
sea lograr la felicidad del otro.
Gottfried Wilhelm Van Lubreitz.