Esteban Laureano Maradona nació en Esperanza (Santa Fe) el 4 de julio de 1895, de muy niño fue llevado a la estancia "Los Aromos", junto a sus hermanos, y allÃ, con ellos y sus padres, en contacto Ãntimo con la naturaleza, pasó los mejores dÃas de su vida. Sin embargo, antes de entrar en la adolescencia, se vio obligado a dejar su paraÃso, pues la familia se trasladó a vivir a Buenos Aires. En ella se recibió de médico dos décadas después, en 1928. Se instaló unos meses en la Capital Federal y luego se fue a vivir a Resistencia, capital del entonces Territorio Nacional del Chaco. Por persecuciones polÃticas emigró al Paraguay, y ofreció sus servicios para desempeñarse como médico en la "Guerra del Chaco", sostenida entre Bolivia y Paraguay, y que acababa de estallar. Se lo incorporó en la Armada y estuvo contento de que se le confiaran enfermos y heridos de los dos paÃses, pues según sus palabras, "el dolor no tiene fronteras". Terminada la guerra, volvió a la Argentina, a pesar de que el gobierno paraguayo le pidió que se quedara. En nuestro paÃs se desempeñó primero como "camillero" pero tres años después era el Director del Hospital Naval. En medio de un viaje en tren que lo llevarÃa de Formosa a Tucumán, sucedió un curioso episodio: el tren que lo transportaba se detuvo a hacer un trasbordo de pasajeros en Estanislao del Campo, un pequeño pueblito del monte formoseño, allà una parturienta se debatÃa por su vida y la de su hijo en un parto y siendo el único médico que andaba por el lugar se quedó atendiéndola. Los lugareños no dudaron en pedirle que se quedará en el poblado puesto que allà no habÃa ningún médico que los atendiera. Fue asà como desde ese año 1935 y durante 25 años permaneció viviendo en Estanislao del Campo. Al poco tiempo de vivir allÃ, vió aparecer a los aborÃgenes de las cercanÃas. Llegaban de cuando en cuando a los comercios y viviendas de los lÃmites del poblado, ofreciendo canjear plumas de avestruces, arcos, flechas y otras artesanÃas por alguna ropa o alimento que necesitaban. Eran tribus de tobas y de pilagás. HabÃan sido soberanos en esos montes; pero ahora deambulaban por ellos como espectros en fuga: derrotados, miserables, desnutridos, enfermos y heridos de muerte por las invasiones extranjeras, que los castigaron sin razón ni piedad. Se conmovió hasta los más profundo de su ser cuando advirtió la desventura que flagelaba el espÃritu y el cuerpo de esos semejantes, y entendió que era su obligación moral aportar algún esfuerzo que contribuyera a beneficiarlos. En ese cometido, realizó gestiones ante el Gobierno del Territorio Nacional de Formosa y obtuvo que se les adjudicara una fracción de tierras fiscales. AllÃ, reuniendo a cerca de cuatrocientos naturales, fundó con éstos una Colonia Aborigen, a la que bautizó "Juan Bautista Alberdi", colonia que fue oficializada en 1948. Les enseñó algunas faenas agrÃcolas, especialmente a cultivar el algodón, a cocer ladrillos y a construir sencillos edificios. A la vez, los atendÃa sanitariamente, todo, por supuesto, de manera gratuita y benéfica, hasta el extremo de invertir su propio dinero para comprarles arados y semillas. Luego edificaron una Escuela, la primera bilingüie del paÃs, donde enseñó como maestro durante tres años, dando clases en castellano y en la lengua de esos aborÃgenes. En 1981 un jurado compuesto por representantes de organismos oficiales, de entidades médicas y de laboratorios medicinales, lo distinguió con el premio al "Médico Rural Iberoamericano". A principios de junio de 1986, cuando ya desbordaba los 91 años, se enfermó. Entonces un sobrino que residÃa en Rosario, el doctor José Ignacio Maradona y su esposa Amelia, lo hicieron traer para que lo asistiesen y se quedara a vivir con su familia. Cuando lo conducÃan pidió que no lo llevaran a un nosocomio privado; querÃa que lo internaran en un hospital público, "adonde va la gente pobre". Accediendo a sus deseos se lo internó en el Hospital Provincial. Murió de vejez, poco después de despuntar la mañana del 14 de enero de 1995; le faltaban apenas unos meses para cumplir los cien años. Fue sepultado en el panteón de la familia "Maradona Villalba", en el cementerio de la ciudad de Santa Fe, junto a sus padres. Maradona atendió a enfermos de lepra, de mal de chagas, de cólera, de tuberculosis y de paludismo, todo sin recibir honores. El Doctor Maradona además escribió varios libros y se autodenominó "el médico más zaparrastroso que existe". Por todos estos méritos el 4 de julio, fecha en que nació, fue declarado "DÃa Nacional del Médico Rural".
El viaje de Maradona (canción)
Dicen que viajaba a Salta en el tren que llega a San Ramón de Orán el que viene de Formosa trayendo gente hasta Pirané.
Iba sumido en sus pensamientos el hombre joven, el doctor aquel.
En Estanislao del Campo sintió el llamado y bajó al andén Y bajó al andén, sin saber por quién.
Ella alumbraba, ella solita dolor de vida alumbrándose,
El doctor con su pericia tocó su vientre y nació un bebé Y nació un niño, un niño hermoso un niño indio y el tren se fue.
Y el tren se fue, dejándole, dejándole en el andén Y el tren se fue, dejándole un Cristo solo en el andén.
Recitado: "El AnÃbal me decÃa, mirá…mirá che un par de libros, hojas de yerba un microscopio viejo, decime che ¡pucha que rico en voluntad era este hombre! fijate vos, fijate che, con pocas cosas hizo tanto bien, Y yo recordé a Filipa que allá en Formosa me decÃa él…Don Maradona un santo un Cristo nuestro, cantale che pa’ que los niños de nuestra patria sepan que hay hombres nobles, humildes, buenos ejemplos para seguir… Y yo me digo, creo que el destino sabe adónde, por qué y por quién se detiene el tren".
Esto me contó Venancio el Intendente de Estanislao y Los Menchos que tocaban chamamé maceta y vea usted.
Y el tren se fue, dejándole un Cristo solo en el andén.
Letra y música: Daniel Altamirano
|