Inapelables decisiones, que marcan un antes y un después en nuestras vidas; que son ese motor de cambio que tanto ansiamos; son ese transitar por la cornisa y divagar entre arrojarse al vacío o seguir esta angustiante senda, sin estar completamente seguros de tener un paracaídas en nuestra espalda que amortigüe el impacto de la realidad circundante.
Es ese libre albedrío que nos rige y nos somete, que nos apunta y nos dispara en algún momento de nuestras vidas, esa divina providencia que a la cual asentimos y dejamos que se apodere de nuestro palpitar, de nuestro sentir, de nuestro razonar.
Zozobrado por una gloria aparente, endulzado por realidades ficticias, marginado por decepción, propia o ajena. Enriquecido con ideas metafísicas, emprendimientos truncados hasta la mitad.
La historia sigue. El camino es arduo y extenso en su caminar, lento y cansino, pero constante en su juicio temporal.
Finalmente queda la felicidad y el destierro de un paraíso antes de entrar al mismo, de sentirse parte, de gozar sus placeres infinitos y nutrientes.
La subjetividad de vosotros esta puesta a prueba, la mía ha construido este fragmento casi sin la necesidad de estar en estado de conciencia, son palabras que brotan de uno sin pensarlo, brotan del alma, ese alma platónica de esencia puramente gobernante

Mariano Daniel Restovich.
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