Lección de amor de la tía C. y el tío L. Imprimir
Reflexiones sobre el amor - Leo Buscaglia

Cuando era niño me contaron varias veces la historia de amor del tío L. y la tía C. Durante el año anterior a su casamiento, sólo se conocieron a través de cartas que cruzaban el océano. Él vivía en los Estos Unidos desde hacía varios años, y ella había vivido toda la vida en un pequeño pueblo al norte de Italia. Mi tío la conoció por medio de su hermano, un inmigrante recién llegado a los Estados unidos, y empezó a escribirle regularmente. De esas cartas y una única fotografía que se enviaron, nació una propuesta de matrimonio y el sueño de toda una vida juntos.
Todo terminó como una gran historia de amor que duró más de cincuenta y cinco años. Mamá siempre nos describía la primera vez que se encontraron. Todos estaban muy excitados, nerviosos e inseguros. Puedo imaginarme a dos extraños que salían juntos de la estación de tren para encaminarse a un compromiso de toda una vida. Dos personas que no habían tenido la oportunidad de enamorarse como generalmente nos imaginamos. Nunca sintieron ese cosquilleo etéreo del primer enamoramiento, como tampoco ese embobamiento que nos debilita las rodillas, nos hace perder el apetito o sentir que flotamos en el aire.
En lugar de todo eso, sólo existió la simple determinación de unirse en matrimonio con el fin de dar, recibir y luchar para que funcionara. Reemplazaron las expectativas imposibles por un compromiso tácito de que habría ajustes y por la esperanza de que, con el tiempo, se amarían cada vez más, y de hecho así lo hicieron.

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El amor no se queda quieto como una piedra.
Hay que elaborarlo como el pan; rehacerlo,
renovarlo permanentemente.
Ursula K. Leguin