El objetivo principal del arte es enriquecer nuestras vidas, ayudarnos a ver más allá de lo habitual, revelarnos nuevos modos de observar las cosas, ayudarnos a comprender las distintas puertas del alma.
La vida puede ser bastante triste por momentos. Hay días en los que sentimos que no nos podemos levantar, en los que olvidamos que la vida tiene mucho más de lo que podemos experimentar con nuestras mentes tan limitadas. Entonces es necesario que recordemos que si alzamos nuestra vista y compartimos mundos nuevos con aquellos que amamos, lograremos simultáneamente intensificar ese vínculo tan especial que nos une.
Al compartir un atardecer juntos y observar esas sombras que van creciendo hasta convertirse en la oscuridad de la noche, nos sentiremos renovados y reanimados, aun cuando experimentemos mil veces la misma situación.
El hecho de asombrarnos por las formas que dibujan las bandadas de gansos en el aire, o por el sendero de un caracol, nos enriquecerá de un modo muy misterioso.
La música también rompe las trampas verbales creadas por el hombre y llega a tocar niveles profundos del estado consciente.
La música de Mozart nos embellece con delicadeza. Wagner nos llena de energía. Vivaldi nos purifica. Al sentirnos inmersos en los cuadros amplios y coloridos de Rothko, o en los paisajes frescos de Van Gogh, o en el mundo dorado de Tintoretto, estaremos atravesando puentes universales hacia aquellos que amamos.
Es una lástima que no se comprenda que la genialidad de tantos siglos de creación personal es un vínculo para unirnos más profundamente en el amor.

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Aquel que conserve la capacidad de ver la belleza
nunca envejecerá.
Franz Kafka